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Ordópolis (I)

Ordópolis (I) Por Agus

En la ciudad blanca, de calles blancas, limpias y perfumadas, donde los seres humanos caminan en un orden perfecto con sus trajes blancos e inmaculados –se cruzan sin chocar, cada cual en su camino trazado-, hay un gran edificio también blanco. Un gigantesco bloque de pulido hormigón sin ventanas, de aires hospitalarios. Tiene una sola puerta de salida a la calle. Y de ella surgen hombres y mujeres de mirada radiante.

En el piso más alto de la torre hay una habitación, pequeña e iluminada, llena de monitores. Hay también una bombilla, pequeña y llena de polvo, cuyo esférico cristal es rojo como la sangre.

La bombilla se encendió llenando la sala de destellos en ráfagas intermitentes. El ruido de una sirena partió en pedazos el aire. La puerta se abrió. Y un muchacho en bata –blanca- con mascarilla de fieltro contempló las pantallas con ojos desorbitados. No quería creerlo. Se movió de un lado a otro, mirando hacia todas partes, y
de repente,
apretó un botón en la pared.
Las aguas –y la sirena- volvieron a su cauce.

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