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Contando estrellas

¿Qué es la vida?

Vivir es tomar una decisión.

A mi manera

Por VGA (Lalolailo)

Hermosa, es bella a mi manera
Y cuanto más la miro, aún más bella.
De mirarla la hice hermosa
De mirarla a mi manera
Que no hay mirada más bella,
Más dulce, azúcar morena
Que buscar el fondo del alma
Y contemplar lo que alberga.

Y mirando desde dentro
En el centro hallé una rosa,
La flor más dulce, mas tierna
Que unos ojos jamás vieran.
Mas no fue por estar oculta
Que no alcanzaran a verla,
No cruzaron el umbral del alma
Y su mirada quedó ciega.

Y mirando a mi manera,
Derribando las barreras
Descubrí la alegría excelsa
Que torna la mirada tierna,
La que no sabe de edades
De arrugas, ni vanidades,
Y engalana el alma desnuda
De la más sublime belleza.

Mirando a mi manera,
Buscando la rosa bella
Todo parece distinto
A como antes lo viera,
Mas estando ahí la rosa,
Siempre bella, siempre hermosa,
No la verás desde fuera.

Concierto

Por Dalva

Las estrellas dan conciertos
Con melodías de galaxias.

Las olas cantan
Canciones saladas

Las hojas susurran
Sinfonías ancestrales.

El viento silba una canción
De sorpresa o bienvenida

Las gotas de lluvia,
Sobre el asfalto,
Marcan el ritmo del tiempo.

…si quisieras,
pondría mi corazón
muy cerca del tuyo;
Y así, acompasados,
canten la misma canción.

Tu mirada

Por Dalva

El mar y las estrellas esponjan el alma
Pero nada hay tan amable como tu mirada.

Tu mirada desprende luz blanca
Que puede iluminar la noche más oscura.
Da tanto calor
Que puede derretir la más fría
De las soledades.

Es tan acogedora,
Que siempre apetece volver.

Tu mirada tiene los brazos abiertos
Porque no se cansa de esperar.
Es como un nido del que
es imposible macharse.

Sonríe porque sabe querer
Es tan limpia
Que puede iluminar mi vida.

Tu mirada es un río tranquilo.
Le robaría el cauce a ese río
Para que me inundase.

Tu mirada es tan amable,
Que pasaría la vida
Contemplándote.

Ciudad

Ciudad

Por Dalva

Hoy he vuelto a encontrarme en ti, como quien vuelve a casa después de la batalla.

Tus calles no me resultan extrañas, ni los pasillos de la facultad, ni esta casa centenaria. El crujir de las maderas en el silencio de la noche, las conversaciones en otros idiomas...

Ni siquiera tus gentes que corren. Vienen y van. Me gusta mirarles a la cara. ¿Por qué no sonríen? Intento encontrar una explicación a sus caras de desesperanza, y pienso en tu historia. Es fácil reconocer tantas cosas. A pesar de todo me resultan familiares, en el fondo todos buscamos lo mismo.

En el jardin de Louxemburgue mientras escribo un señor lleva dos horas observándome. Está sentado frente a mí, al otro lado del estanque. Las hojas verlenianas corren, comienza a hacer fresco; mañana habrá eclipse total.

Podría ser Flaubert, o Verlaine. Se acerca, susurra: “Vous êtes très belle, madmoiselle” y se aleja. Como las hojas secas, como las hojas muertas.

Me pierdo sin miedo en tus distritos, buscando recovecos que no aparezcan en los libros. ¿Qué historias esconden estos muros?

Te contemplo fascinada. Habitas en mi.

A este acordeón siempre de fondo, le arranco sus mejores notas para cantarle al arquitecto de tus nubes, los mejores edificios que te engalanan.

Ensoñación

Ensoñación

Por Luz Divina

Silencio. Penumbra. Abro lentamente mis ojos y veo el techo de mi cuarto. Un tenue rayo de luz de la farola de la calle se filtra por la ventana, dibujando puntitos luminosos en las paredes. Hay quietud.

Lentamente deslizo mis manos sobre mi vientre y percibo su abombamiento, la tirantez de la piel. Lo acaricio dulcemente y creo notar una pulsación, un ritmo, una cadencia… como aleteos de mariposa.

Cierro mis ojos y oigo su voz… un susurro, apenas perceptible, que me envuelve y me trae paz, me llena de amor. Y veo su carita pequeña, tan suave… Y sus ojos, tan parecidos a los míos, que me miran confiados, sabiendo que yo estoy aquí, esperándola, deseando que llegue el momento.

¡No tengas miedo! –me dice- ¡Serás una buena madre, has hecho lo correcto!

Y siento sus manitas acariciando mi pelo y mi cara, siento su amor, su necesidad de mí…y me siento plena y feliz.

Abro mis ojos, de nuevo, Despierto de mi ensoñación… Sonrío. Y en lo profundo de mi corazón sé que todo irá bien, que no falta mucho ya…

¡Te espero, hija mía…!

Suena tu voz

Suena tu voz

Por Bek

Hoy resuena en el mundo una voz fuerte en su debilidad, imperiosa en su humildad, apasionada en su quietud, emprendedora en su inmovilidad, saludable (o sanadora) en su enfermedad. Luminosa como linterna encendida en la oscuridad de una noche sin luna así es tu voz, que consuela a los tristes, anima a los desalentados, fortalece a débiles e inseguros y a los tímidos que no se atreven a alzar su voz, a esos también; alienta a los inconformistas y a los tenaces, a los que quieren un mundo mejor .

El sonido de esa voz es capaz de unir miles de corazones en torno a un solo Corazón, miles de ideales en un solo ideal. ¿Quién será capaz de ignorarla? Cuando habla esa voz nadie se queda indiferente. Ni los poderosos ante el humilde imperio de quien se sabe heraldo de un gran señor, ni los que yacen en ciénagas putrefactas y se regodean en su propia corrupción dejan de reaccionar ante sus palabras que son para todos una señal.

¿Qué tiene el sonido de tu voz que me hace fuerte en mi debilidad, fiel en mi inseguridad, valiente en mi cobardía? Ese mensaje de optimismo, de quien me dice la verdad; ojalá que nunca los que hemos tenido la dicha de escuchar y acercarse a esa voz tuya vivificadora, nos alejemos de ella y a través de ella lleguemos a vivir una vida digna de ser vivida hasta más allá de los confines de la tierra.

Amor y muerte

Amor y muerte

Por Agus

Daba un paseo hacia ninguna parte mientras decía a la mujer de mi vida esas cosas que siempre la enamoran y cada día más. Contemplaba a la vez la ría, pensando que Bilbao no es bonita, pero tiene mar. Y siguiendo el curso de la lógica de la felicidad, pensé también que ojalá la muerte me pille desprevenida, con muchos proyectos cumplidos y muchos por cumplir.

Ordópolis (I)

Ordópolis (I)

Por Agus

En la ciudad blanca, de calles blancas, limpias y perfumadas, donde los seres humanos caminan en un orden perfecto con sus trajes blancos e inmaculados –se cruzan sin chocar, cada cual en su camino trazado-, hay un gran edificio también blanco. Un gigantesco bloque de pulido hormigón sin ventanas, de aires hospitalarios. Tiene una sola puerta de salida a la calle. Y de ella surgen hombres y mujeres de mirada radiante.

En el piso más alto de la torre hay una habitación, pequeña e iluminada, llena de monitores. Hay también una bombilla, pequeña y llena de polvo, cuyo esférico cristal es rojo como la sangre.

La bombilla se encendió llenando la sala de destellos en ráfagas intermitentes. El ruido de una sirena partió en pedazos el aire. La puerta se abrió. Y un muchacho en bata –blanca- con mascarilla de fieltro contempló las pantallas con ojos desorbitados. No quería creerlo. Se movió de un lado a otro, mirando hacia todas partes, y
de repente,
apretó un botón en la pared.
Las aguas –y la sirena- volvieron a su cauce.

Promesa

Promesa

Por Petite Ange

Acurrucada entre la acogedora calidez de las sábanas de algodón ella abría los ojos y miraba con intensidad a la oscuridad informe, como si esperase que ésta le devolviera la mirada.

En esos momentos la casa dormitaba. No había más ruido que el lejano tic-tac de los relojes, esforzados en dar consistencia a un tiempo que se diluía para fluir a su antojo. En esos momentos nadie la miraba. Y ella extendía el brazo hacia la fresca negrura: lo estiraba mucho, como intentando tocar algo, como intentando entrelazar los dedos con los de aquel que, en esos momentos, también palpaba la abismal sombra, buscando su mano.

No parpadeaba. Contenía el aliento con los ojos fijos más allá de la mano que no veía, y, en ese instante en el que el tiempo y el espacio se desdibujaban, perfectamente despiertos entre el sueño y la vigilia, casi se tocaban, casi sentían el uno el calor del otro en la punta de los dedos.

Con una suave presión en el interior del pecho que no le dejaba respirar, ella retiró la mano, como tantas veces, en un suspiró silencioso, y la escondió junto a su cuerpo. Con mucha suavidad la cerró, acariciando los dedos con el pulgar, luego acariciando con ellos la palma, volviendo a abrirla.

Y poco a poco le fue venciendo el sueño. Y, mientras su respiración se iba tornando más lenta, más profunda, se dejó vagar por el anhelo, saboreándolo con el tacto de la almohada, sabiendo que él estaría haciendo lo mismo.

Licor del Bierzo

Licor del Bierzo

Por Agus

Desempolvo el sol que brillaba suave en las tardes leonesas de mi infancia, el sol cuyos rayos frenaba la brisa del Norte. Desempolvo los añejos recuerdos, las reliquias que mi memoria emana ahora, recuerdos tiernos como las peras en almíbar que los abuelos conservaban en la bodeguina para sencillo postre en las comidas o las cenas. He vuelto a coger el asa del botijo verde de plástico para llenarlo de agua fresquísima en la fuente del Concejo. Me he visto de niño otra vez, camino a Canales, entre los ladridos de Tobi y las risas de mis hermanos. Perdona porque he vuelto a emborracharme con el licor de la memoria. Perdona que haya vuelto a mis historias ahora que tu ausencia se me hace insoportable.

Me gusta arrimarme a la ventana

Me gusta arrimarme a la ventana

Por Elentir

El mundo, las nubes, la gente, las cosas, se suceden como un variopinto carrusel dentro de un escaparate que no tiene más razón de ser que estar ahí para que alguien se detenga a mirarlo un momento. Los seres animados que aparecen en él están mudos, pero en sus rostros, en sus gestos, en sus prisas o en su quietud se adivinan muchas historias. Historias que no empiezan y tampoco acaban, sólo pasan, atraviesan delante mía y me inspiran unos momentos de empatía, para luego desaparecer, tal vez, para no volver a vernos más.

Mi ventana se hizo para eso. Deja también entrar la luz del sol, pero la hicieron para mirar. Es una ventana feliz porque alguien se pregunta cosas junto a ella. Otras ventanas sólo saben filtrar la luz.

El mundo está lleno de ventanas como la mía, y a lo mejor en muchas de ellas hay ojos que miran desde lo alto (o desde abajo), quizá no buscando llenar un rato de hastío, sino intentando responder preguntas que el observador no se atreve a plantear. ¿Cómo me siento? ¿Qué haré? ¿Qué pasará? ¿Por qué...? A lo mejor no hay nadie que mire como yo, y la transparencia de mi ventana esté sola en sus veladas. Es mejor posar la frente en el cristal, y mirar. Me gusta arrimarme a la ventana.

Amigo

Amigo

Por Agus

A Nayo, con palabras
que me saben a poco



Hoy te he vuelto a descubrir,
amigo, hermano.
Me resumes en un sí
tras tu consejo,
tu cariño a dos manos,
tras tu sonrisa de oídos atentos
y tus ojos de caricia.
Tras tu silencio.

No me has dicho nada nuevo,
mas lo has escrito
con cálido y manso acento
en mi conciencia
de convulsión y grito,
íntimo sagrario. Me has hecho esencia.
Apenas lo has susurrado.
Palabra eterna.

Madre

Madre

Por Agus

El espíritu del bosque o el calor de un ala,
la candidez de una caricia
donde la herida escuece.
Todo eso eres.
Y la criatura elevada al mito.
Cuando mueras escribiré
la bella historia de tu epopeya vital.
Tenías todo para ser la mujer perfecta,
el amor entero.
El martirio de una santa
que se desentraña por sus hijos
día a día.
Lo tenías todo y te hiciste eterna. Madre.

Los tres caballeros

Los tres caballeros

Por L. Chandos

A todos mis amigos de Hazte Oír,
habéis sabido escoger y os lo merecéis.
Good Luck!


Cuentan de tres nobles caballeros que llegaron a una ciudad muy famosa por sus grandes calles y jardines, sus comercios y su gente hospitalaria. Se les hizo un poco tarde y decidieron buscar un lugar para alojarse esa noche. Un señor les comentó que el mejor sitio era el Hotel Real, el cual estaba muy cerca del Ayuntamiento y de la Biblioteca. Cuando llegaron a este Hotel, decidieron no entrar por no ser el lugar más digno para ellos, a pesar de que los suelos de las habitaciones eran de mármol, las cortinas de terciopelo, y las lámparas de bronce dorado al fuego.

Les indicaron que fueran al palacio del Marqués de Villafresca, en muchas ocasiones se habían alojado príncipes, embajadores, y hasta primeros ministros… Era un hombre muy hospitalario y no tendría problema de darles unas buenas habitaciones a nuestros distinguidos amigos. Pero éste tampoco era el lugar más adecuado para pasar la noche, así que optaron por ir a otra ciudad en busca de alojamiento.

Ya no se veían las torres de la ciudad, y el camino se hacía cada vez más estrecho e incómodo. De repente uno de ellos divisó la casa perfecta para alojarse. Era una humilde casita de madera, con tejado de chapa de bidones, y unas ventanas con cristales viejos y rotos. Era sencilla pero se notaba que estaba limpia y ordenada, que era un hogar alegre y acogedor. Alrededor de la casa había un lugar cercado en el que revoloteaban unas gallinas y otros animales. También tenía un huerto con hortalizas, algún árbol frutal, y un burrito que daba vueltas a una noria que sacaba agua a borbotones del pozo con el que se regaba el campo.

Uno de los caballeros llamó a la puerta con cierto sigilo. La señora de la casa les recibió con un poco de temor ante la visión de semejantes personajes circunspectos y de gesto noble.

-Nos gustaría pasar la noche en su casa –dijo uno ellos-. No hemos encontrado ningún alojamiento apropiado en la ciudad y tenemos miedo de que la noche nos sorprenda en descampado.

-Nuestra casa es humilde y no hay muchas comodidades, pero sean bien recibidos –dijo la mujer-.

En esto llegó el marido con un manojo de verduras en una cesta para cocinar esa noche, y les dio la bienvenida invitándoles a pasar.

-Antes de pasar queremos presentarnos. Este caballero se llama Salud, como ven es fuerte y joven, capaz de vivir décadas y décadas sin achaque alguno. Este otro es Fortuna, generoso y pudiente, nunca le falta de nada. Y yo me llamo Amor… ¡Qué les voy a contar de mí! A los hombres los vuelvo locos, se olvidan de ellos mismos por quien aman, no hay esfuerzo baldío, ni noche sin lágrimas, e incluso hay quien pierde la vida por un Amor. Hay un problema, y es que sólo puede hospedarse en su casa uno de nosotros, el que ustedes elijan, los otros dos pasaremos la noche a la intemperie.

-Bueno –dijo el hortelano-, siendo así que pase Fortuna. Yo ya soy mayor y tenemos una tierra que cada vez da menos frutos, y estoy un poco viejo… Fortuna nos ayudará a salir adelante hasta el fin de nuestros días.

La mujer le hizo callar y dijo:

-No, no… que pase Salud. El reuma me está matando y cada vez me cuesta más soportar el invierno… Y esta espalda… Qué les voy a contar de mi espalda. Salud nos ayudará a vivir sin problemas en el cuerpo.

La hija de este matrimonio había escuchado todo lo que decían sus padres, y sin pensarlo replicó:

-Por favor, que pase Amor… Quiero que me ayude a encontrar el amor de mi vida.

Los padres se mofaron de ella, pues decían que con dinero podría ir a una buena Universidad, comprar buenos trajes, y encontrar un buen chico… Y con salud sería una muchacha siempre hermosa que llamaría la atención a todos aquellos que pasaran junto a ella.

Pero la hija era muy tozuda, y tanto insistió que por complacerla pidieron que pasara Amor. Qué alegría al ver que el noble caballero Amor entraba con gesto solemne y decidido a la humilde casa de unos campesinos. Y qué sorpresa al ver que le seguía Fortuna y Salud.

-¿Pero no dijeron que sólo entraría uno?

-Así es –respondió Amor-. Si ustedes hubieran elegido a Fortuna o a Salud, sólo hubiera entrado en su casa uno de ellos. Pero donde yo voy ellos también vienen. Pues al Amor siempre le acompaña la Fortuna y la Salud.

Es verdad, quien Amor tiene nada le falta...

Primeros versos

Primeros versos

Por Agus

He dejado atrás el incierto futuro
---
Si no fuese porque es inútil
sólo diría "te quiero".
---
Tiene la poesía que es inútil
buscar la inspiración
cuando la Musa (o el talento
o qué secreta gracia)
se empeña en cercenar
del alma la expresión.
---
Dime de qué te quejas
y besaré tu herida.

Tiñen de rojo las aceras

Tiñen de rojo las aceras

Por Elentir

Tiñen de rojo las aceras
las hojas marchitas de estos días
en que la lluvia retorna de su reposo.
Los helechos a mi alrededor
se encojen, bajan la cabeza,
caen y mueren. Su vida
da vida a los que vendrán
cuando allá arriba,
en la noche, vuelva a ver las estrellas.

Ya no siento el calor
de ayer, el viento de la Ría
trae consigo los fríos de otras costas.
El tiempo se recoge. Invernía.
Saldrá la escarcha, el agua se hará hielo
y el suave color que viste el cielo
se desborrará en grises escamas.
Y sin embargo la belleza de las cosas
permanece.

El amanecer conserva intacta su hermosura
y las fantasías vuelven a volar
cuando anochece.
Sobre las nubes siguen las constelaciones
y la melancólica palidez de nuestra Luna.
Al quieto paso que andan los días
viajarán semanas, meses y estaciones,
y todo volverá a ser
sin que nadie pregunte nada,
sin que muchos se detengan a pensar
¿por qué?

En éstas estamos

En éstas estamos

Por Agus

"Jamás la sociedad, esta comunidad global integrada por todo ser humano que puebla la faz de la tierra, cayó en una degradación moral, espiritual e intelectual como la que hoy corroe todos los niveles de un mundo perverso e ingrato. La juventud olvida el respeto, el cariño y la obediencia debidas a sus mayores, y el tiempo que debería estar destinado a cultivar mente y espíritu todo lo desperdician en fomentar el empantanamiento en una vida lleno de vicios y de vacío, mientras sus inocuas carcajadas llenan cada rincón de nuestras ciudades. Desde el mismo seno de la madre hasta la muerte, somos instruidos en el arte de sobrevivir por nosotros mismos, dejando de lado cualquier tipo de solidaridad desinteresada y ciñéndonos a una nueva regla de oro: "cuidate como te gustaría que todo el mundo te cuidase, porque ellos no lo harán". La conciencia de una trascendencia y de un Más Allá poco a poco va desapareciendo, ahogada por el peso de una filosofía hedonista que se aferra al momento presente. Es de imaginar que sólo el derrumbe de esta Humanidad agonizante podrá llevarnos a un nuevo renacer del progreso y de la dignidad del hombre y la mujer."

1.- Conteste a la siguiente pregunta con la respuesta que considere acertada:
El texto pertenece al siglo...
a)VII a.C. b) III a.C. c)I (d.C.) d)IV e)VIII f)XII g)XV h) XVII i)XIX j)XX k)ninguno de los anteriores l)todos los anteriores

El pequeño filósofo de quince años dejó patidifuso a su examinador cuando respondió en hoja aparte: "Desde que el hombre aprendió a escribir, todos los días alguien ha escrito esto o algo en semejantes términos, y no sólo eso, sino que también en los siglos venideros habrá histéricos amantes del ojalá y nostálgicos pesimistas que piensen que son los hombres más desventurados del mundo únicamente porque están en el paro o han discutido con su mujer. Por lo demás, el autor, imagino, será Séneca, Voltaire o el tendero de la panadería que está junto al orfelinato."

Declaración de intenciones

Declaración de intenciones

Por Agus

¡amor tan mío!
---------------------
¡cuán tú soy yo conmigo(...)!
Carmen Conde



A ti regreso de nuevo, otra vez,
en un embeleso sin sentimiento
pasional, ni ardores de fuego lento.
Me empuja la necesidad, la sed,

quizá la serena costumbre de
insuflar mis latidos de tu aliento,
de tu entrega inflamada en alimento,
deshidratado en el ansia de fe

¿Adónde iré? ¿Qué ramas de qué árbol
sino las que sombrean tu regazo,
ramas robustas de flores y espinas?

En ti soy yo. Sin ti, bloque de mármol.
Aunque mi carne se aderece en lazos
y me pierda del mundo en las esquinas.

¡Ánimo!

¡Ánimo!

Por Siacom

Siempre me ha llamado la atención esta palabra. ¡Ánimo!. Me invita a seguir el camino de la Esperanza. Nos deja entrever que la meta es alcanzable, que podemos conseguir lo que nos proponemos. Nos saca de la desorientación que produce la adversidad. Es el empujón que damos a la voluntad para que supere un obstáculo. A veces la necesitamos para continuar. Otras veces sólo la necesitamos para sabernos acompañados en nuestro camino. En un momento u otro, todos necesitamos que nos la digan. No pone de manifiesto nuestra debilidad, pone de manifiesto la confianza que un amigo tiene en que seremos capaces, tendremos fuerza, en superar el abatimiento, tan contrario a la Esperanza. Digámosla a menudo. El aliento que recibimos de los demás nunca se rechaza.